En enero nos planteamos un montón de propósitos (normalmente llevamos años proponiéndonos lo mismo), y ha llegado septiembre y no hemos cumplido ni uno. Es entonces cuando nos damos una segunda oportunidad. Volvemos a plantearnos el llevar una buena alimentación, dejar de fumar, hacer ejercicio físico, apuntarnos a un curso de cocina, estudiar algo nuevo, leer a diario, hacer algún viaje, hacer un plan de ahorro, etc. Pero todo esto sólo queda en meros pensamientos y deseos si no lo planificamos para llevarlo a cabo.
Y, ¿a qué no te planteas hablar para noviembre el
chino perfectamente, correr una maratón, haber recorrido todo el continente
americano, ser un gran chef, haberte leído 50 libros, ni tener ahorrados
500.000 euros? Pues tampoco lo hagas con respecto a la alimentación.
¿De verdad quieres cambiar?:
vayamos poco a poco. Lo primero, es que te plantees una serie de objetivos, que
siempre sean realistas. Antes de ello, piensa si de verdad eres tú el que
quiere realizar esos cambios, de nada servirá si no lo haces por ti mismo.
Ponte
pequeñas metas alcanzables: por ejemplo, comienza
haciendo algo de ejercicio físico y prueba distintos deportes, seguro que
encontrarás el tuyo. Una vez hecho, puede que sea el momento de ponerte en
manos de un profesional de la actividad física para ir mejorando. No inicies
una dieta estricta, ni depurativa, ni de ningún royo de esos, sólo servirá de
que acabes aborreciendo ciertos alimentos y tendrás los días contados
manteniendo esa dieta. Déjate asesorar si es necesario de un verdadero
dietista- nutricionista. No caigas en dietas de la vecina, colgadas en
internet, etc.
Proponte
objetivo a objetivo: no puedes cambiar tu vida de un día a otro, sé
realista. Si intentas llevar todos los propósitos a cabo a la vez, se te hará
más cuesta arriba y acabarás tirando la toalla. De un día para otro no te
puedes plantear cambiar 20 cosas de tu vida que llevas haciendo durante años
Alcanza
un objetivo estable: de nada sirve que hagas una dieta 3 meses y luego
vuelvas a las andadas. Lleva una alimentación y un estilo de vida saludable que
lo puedas mantener a lo largo del tiempo. Lo mismo con el ejercicio físico, ¡no
dejes de moverte!
No
lo veas como una obligación: disfruta con ello, que tu
nuevo estilo de vida no sea un sufrimiento, sino que te sientas cada vez mejor
al llevarlo a cabo y ver que vas cumpliendo.
No
te desanimes: claro que todos tenemos días malos y nos apetece
mandar todo por ahí… Pero no pasa nada, mañana será otro día y podrás retomar
tu nuevo estilo de vida.
Después de esto…espero que nadie se rinda y os
subáis al tren de la nueva oportunidad que nos da septiembre, y si veis que no
llegáis… ¡tranquilos!
Pasan muchos más trenes antes de enero, pasan cada minuto de tu vida.